Después de tres semanas en Japón, me está siendo duro aceptar que nunca conseguiré tener un jardin de musgo, ni un onsen a la salida de un sinuoso camino de tierra rastrillada. Para aquellos que no hayan tenido la suerte de visitar el país de la perfección, he hecho unos apuntes rápidos de aquellas cosas que más me han llamado la atención.
Puedes ver un pequeño video del cuaderno en Youtube.
Esta es la entrada a una casa de té.

Una geisha mostrando su cuello sin maquillaje (la parte más erótica del cuerpo femenino para un japones) cubriendose del sol con una sobrilla de papel encerado.

Y aquí es donde ellas trabajan, en las pequeñas calles del barrio de Gion de Kyoto, por donde se las puede ver (con mucha suerte) encaminandose hacia alguna cita para entretener a un cliente acaudalado. Una hora de entretenimiento con estas artistas cuesta unos 3000 € la hora.

Estas zapatillas solo se usan para ir al baño! De hecho, cuando llegas al W.C. te tienes que descalzar y ponerte estas. Si por casualidad se te olvida ponerte las tuyas, se creara un momento de confusión embarazoso y bastates risas!

Actor de teatro No caracterizado para un papel femenino. Este tipo de teatro, es una de las más largas tradiciones artísticas japonesas y bastante incomprensible para los occidentales. Los vestidos y la música que acompaña a las actuaciones son extremadamente coloridos y fastuosos. Los actores que antiguamente hacian el papel de mujeres, no abandonaban su papel, sino que vivian su vida permanentemente vestidos de forma femenina para darle más credibilidad al personaje. Gozan de un gran prestigio social y no siempre son afeminados, sino que tienen mucha atracción para el público femenino.

Esta es una puerta Tori, posiblemente la más fotografiada de Japón, es la entrada del santuario sintoista de Miyajima, y en el momento en que la visitamos, con la marea alta, estaba como flotando sobre el mar. No hay que perderse la vista de la bahía!

El santuario Heian, uno de los lugares sagrados de Kyoto.


Templo en Takayama, una ciudad a unos 250 Km de Tokyo, que aún conserva todo su encanto tradicional, con casitas bordeadas de wisterias, caminitos de agua, y un montón de pequeñas tiendas de dulces, artesania en madera y otras chucherías que me hicieron perder la cabeza.


Dibujo extremadamente rápido del también rapidísimo tren bala (Shinkansen) que nos condujo de Tokio hasta Kyoto y de allí a Hiroshima en tan solo 3 horas.

Cuando te alojas en un Ryokan (hotel tradicional japones), suele ser parte del encanto, primero darte en un baño en el Onsen (baños públicos que pueden ser pequeñas piscinas abastecidas de aguas de manatial a altas temperaturas) y que te sirvan la cena dentro de tu habitación. Para que estés más cómodo, te dejan un Yukata, una prenda paracida a una bata, fabricada en algodón y que tienen diseños maravillosos. Este es Sampi, posando para mi mientras lee, con el fondo de las pantallas soji (pantallas de papel que se usan para dividir habitaciones y filtrar la luz).

Detalle de una de las habitaciones, hornillo para calentar el agua, tetera de metal, y juego de intrumentos para preparar el té verde batido.

Este es el típico restaurante de adiario, donde comer unos fideos udon o ramen. En la puerta encontraras reproducidos en plástico los platos que se sirven en el restaurante en cuestión, es la única manera de poder ordenar!

Vista de Miyajima, y santuario de Itsuhushima. El sello, pertenece al memorial de los muertos de Hiroshima.

Página de mi diario.

Templo en Kyoto.
Campana en un tempo de Nara, antigua capital de Japón.

Utensilios para preparar el té verde batido en las ceremonias.


Memorial de la segunda guerra mundial en Tokyo.

Tokonoma en la casa del té del Shogun en Tokyo.

Algunas dibujos más.


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